El propósito del Sistema de Madrid es ofrecer un camino más sencillo, menos costoso y más eficaz para que titulares de marcas obtengan protección internacional. En lugar de presentar solicitudes independientes en cada país —con diferentes idiomas, tasas, plazos y requisitos—, el solicitante puede presentar una única solicitud internacional ante la OMPI (vía su oficina nacional de marcas) y designar los países en los que desea protección. Si la oficina de alguno de los países designados no comunica un rechazo en un plazo preestablecido, la marca adquiere un efecto equivalente al registro nacional en cada uno de esos países. Además de simplificar el registro inicial, el Sistema de Madrid facilita la gestión posterior de la marca —cambios de titularidad, modificaciones, renuncias parciales, adición de nuevos países o renovación— mediante un único procedimiento centralizado. Este marco reduce barreras para empresas, emprendedores e inventores que aspiran a operar o expandir su marca en varios mercados, convirtiéndose en una herramienta clave para la globalización de la identidad comercial.
La importancia del Arreglo / Sistema de Madrid radica precisamente en esa capacidad de internacionalización eficiente, algo esencial en un mundo cada vez más interconectado. Al ofrecer un procedimiento unificado, el Sistema permite a pequeñas y medianas empresas, así como grandes corporaciones, proteger su marca en decenas de países sin necesidad de realizar múltiples trámites complejos. Esto no solo ahorra tiempo y dinero, sino que reduce la incertidumbre jurídica y mejora la coherencia en la protección de la marca a lo largo de distintas jurisdicciones. Además, el hecho de que la protección de la marca dependa de un registro internacional administrado por la OMPI añade una dimensión de confianza y uniformidad legal, algo especialmente valioso en negocios globales. En términos más amplios, el Sistema de Madrid es un instrumento que potencia el comercio internacional, la expansión empresarial, la protección de reputaciones de marca y la seguridad jurídica para los titulares, lo que lo convierte en pilar central del sistema moderno de propiedad intelectual.