
Las armas nucleares representan la culminación del ingenio científico y la capacidad destructiva del ser humano. Son artefactos explosivos que liberan energía mediante reacciones nucleares de fisión, fusión o una combinación de ambas, y cuyo poder de destrucción trasciende cualquier otro tipo de arma concebida. En la fisión nuclear, núcleos pesados como el uranio-235 o el plutonio-239 se dividen en fragmentos más ligeros, liberando neutrones y una enorme cantidad de energía. En la fusión, por el contrario, núcleos ligeros, como los isótopos del hidrógeno (deuterio y tritio), se combinan para formar núcleos más pesados, produciendo todavía más energía. Las armas más avanzadas combinan ambas reacciones: una pequeña bomba de fisión actúa como detonador de una reacción de fusión, generando las llamadas bombas termonucleares o “de hidrógeno”. La parte esencial de este dispositivo es la ojiva, el componente que contiene los materiales nucleares y la ingeniería necesaria para provocar la reacción. Las ojivas son las unidades explosivas propiamente dichas, montadas sobre vectores —misiles balísticos intercontinentales, misiles lanzados desde submarinos o bombas aéreas— que las transportan hasta su objetivo. La sofisticación tecnológica moderna ha permitido que un solo misil pueda portar múltiples ojivas independientes, capaces de dirigirse a distintos blancos (los llamados MIRV,
Multiple Independently targetable Reentry Vehicles). Por ello, cuando se habla de la cantidad de armas nucleares que posee un Estado, suele medirse en ojivas, no en misiles o lanzadores, pues la ojiva constituye el elemento nuclear operativo. Además, las ojivas se clasifican según su estado operativo: desplegadas (listas para uso inmediato en misiles o aviones), almacenadas en inventarios militares o en reserva para desmantelamiento o despliegue futuro. Esta distinción resulta crucial para comprender el verdadero potencial militar de cada nación.
Setenta y cinco años después de las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, el mundo continúa marcado por la existencia de estos arsenales. A comienzos de 2025, las estimaciones elaboradas por el
Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) y la
Federation of American Scientists (FAS) sitúan el número total de ojivas nucleares en torno a las 12.200, de las cuales unas 9.600 formarían parte de inventarios militares activos y alrededor de 3.900 estarían desplegadas. Cerca de 2.100 permanecerían en estado de alta alerta, preparadas para ser lanzadas con poca antelación, principalmente en Estados Unidos y Rusia. Estos dos países siguen siendo los protagonistas del equilibrio nuclear mundial, al concentrar conjuntamente casi el 90 % del arsenal global. Rusia dispone de un inventario estimado en unas 5.500 ojivas, heredado y modernizado desde el periodo soviético, mientras que Estados Unidos mantiene unas 5.200, en pleno proceso de renovación de sus sistemas estratégicos y de mando. Ambas potencias conservan doctrinas de disuasión basadas en la destrucción mutua asegurada y mantienen desplegadas fuerzas nucleares terrestres, navales y aéreas que garantizan su capacidad de respuesta ante un eventual ataque. Pese a las reducciones logradas tras los tratados START y a la retirada de miles de ojivas desde el final de la Guerra Fría, la tendencia actual no apunta a una eliminación sustancial, sino más bien a una modernización tecnológica que busca asegurar la eficacia, precisión y longevidad de los arsenales existentes. El resultado es una disuasión más sofisticada, pero también más volátil, donde los avances en misiles hipersónicos, inteligencia artificial y defensa antimisiles añaden nuevas variables de incertidumbre al equilibrio estratégico.

En este contexto, China ha emergido como el actor más dinámico del panorama nuclear contemporáneo. Durante años mantuvo una política de arsenal mínimo creíble, basada en un número reducido de misiles estratégicos, pero a partir de 2020 comenzó una rápida expansión de sus capacidades. Las estimaciones más recientes le atribuyen unas 600 ojivas, aunque el número podría aumentar significativamente en la próxima década. Imágenes satelitales revelan la construcción de nuevos campos de silos para misiles intercontinentales y un incremento notable de submarinos lanzamisiles, lo que sugiere un esfuerzo deliberado por consolidar una tríada nuclear comparable a la de las superpotencias tradicionales. Esta evolución altera el equilibrio estratégico global y plantea nuevos desafíos a la estabilidad regional en Asia. Francia y el Reino Unido, por su parte, mantienen arsenales mucho más limitados —alrededor de 290 y 225 ojivas respectivamente—, pero con una capacidad de disuasión plenamente operativa basada principalmente en submarinos de propulsión nuclear equipados con misiles balísticos. India y Pakistán continúan desarrollando sus programas con fines de disuasión recíproca, en un equilibrio regional frágil que combina competencia tecnológica con retórica estratégica. Israel mantiene su política de ambigüedad, sin confirmar ni negar la posesión de armas nucleares, aunque los análisis externos le atribuyen unas 90 ojivas.
Corea del Norte, en cambio, exhibe abiertamente sus avances nucleares y balísticos como instrumento de legitimación interna y de presión internacional; se calcula que podría disponer de unas 50 ojivas, aunque su grado de miniaturización y fiabilidad es incierto. Más allá de estos casos, ningún otro Estado parece poseer armamento nuclear operativo, aunque la tecnología y el conocimiento científico para desarrollarlo están mucho más difundidos que en las décadas pasadas.

El mapa nuclear mundial refleja, pues, una paradoja histórica: pese a los esfuerzos internacionales de desarme y no proliferación, el número global de ojivas ha dejado de disminuir y en algunos casos está creciendo. Los tratados de control de armas, como el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) o los acuerdos bilaterales entre Estados Unidos y Rusia, atraviesan un periodo de debilidad, erosionados por la desconfianza, las tensiones geopolíticas y la emergencia de nuevas potencias. Las negociaciones sobre limitación de armas se encuentran estancadas y el fin de varios acuerdos de verificación —entre ellos, el INF sobre misiles de alcance intermedio— ha aumentado el margen de incertidumbre. A esto se suma el factor tecnológico: los avances en miniaturización, precisión y sistemas de guiado han reducido el umbral operativo, lo que a su vez incrementa la posibilidad de errores de cálculo o interpretaciones equivocadas durante una crisis. Desde la perspectiva histórica, el mundo pasó de la acumulación masiva de la Guerra Fría a una fase de racionalización y reducción en los años noventa, para entrar en la actualidad en una etapa de modernización competitiva, donde las armas nucleares vuelven a desempeñar un papel central en la política de poder. Aunque el arsenal mundial actual es una fracción del que existía en los años ochenta, la destrucción potencial acumulada sigue siendo más que suficiente para aniquilar varias veces a la humanidad. La diferencia radica en que hoy el desafío no es la producción masiva, sino la gestión responsable de un poder que permanece como último recurso de supervivencia nacional. En este marco, la transparencia, el control y la comunicación estratégica entre potencias continúan siendo los factores más determinantes para evitar un conflicto nuclear, más allá de la mera contabilidad de ojivas o misiles. El conocimiento público de los arsenales —por aproximado que sea— constituye, en este sentido, una herramienta de disuasión y de vigilancia cívica indispensable para la estabilidad global.

Referencias
Federation of American Scientists (2025). Status of World Nuclear Forces. Washington, D.C.: FAS. Disponible en: https://fas.org/issues/nuclear-weapons/status-world-nuclear-forces/
Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) (2025). SIPRI Yearbook 2025: Armaments, Disarmament and International Security. Oxford: Oxford University Press.
United Nations Office for Disarmament Affairs (UNODA) (2024). Nuclear Weapons: Overview. Nueva York: Naciones Unidas.
Kristensen, H.M. y Korda, M. (2025). Global Nuclear Weapons Inventories, 2025. Bulletin of the Atomic Scientists.
Office of the Secretary of Defense (2024). Military and Security Developments Involving the People’s Republic of China 2024. Washington, D.C.: U.S. Department of Defense.