Camino sin rumbo, dejándome llevar entre gangas irrepetibles, señoras enfrascadas en el arte del regateo y turistas extranjeros que se mueven como si hubieran aterrizado en otro planeta. Aquí, en este ir y venir de voces y olores, el tiempo parece resbalarme de las manos. Y no me importa: pocos lujos quedan tan valiosos como dejar que se nos escape el tiempo sin prisa.
Este espacio es un jardín digital —lo que en inglés llaman digital garden—, un lugar donde las ideas pueden crecer a su propio ritmo y entremezclarse. Aquí irán brotando pensamientos, curiosidades y, sobre todo, opiniones… muchas opiniones. Algunas quizá resulten útiles; otras, con suerte, inteligentes; y unas cuantas, inevitablemente, serán absurdas.
Día de mercado en Boñar, día de júbilo
Paseo por el pueblo de Boñar —cabeza de comarca— en día de mercado. La plaza y las calles respiran júbilo y bullicio; el aire está impregnado con el aroma salino de los encurtidos, el perfume intenso de los quesos y esa fragancia inconfundible, un tanto impostada, de colonias que imitan a marcas ilustres. Una mezcla genuina, como lo es el mercado semanal en un pueblo con larga tradición de tratantes de ganado.