Las cuatro causas de Aristóteles: entender por qué existe algo

Cuando Aristóteles hablaba de “causas”, no se refería solo a lo que provoca algo (como solemos pensar hoy), sino a todas las razones que explican por qué una cosa es como es. En griego, la palabra que él usaba era aitía, que significa más bien “explicación” o “motivo”. Por eso, cuando Aristóteles dice que todo lo que existe puede entenderse a través de cuatro causas, está diciendo que todo tiene cuatro tipos de explicación complementarias. Veámoslas con un ejemplo sencillo: una estatua de mármol.

1️⃣ Causa material → de qué está hecha la cosa

Es la materia o sustancia de la que algo está compuesto. En el caso de la estatua, su causa material es el mármol. Sin mármol, la estatua no podría existir. En la actualidad podría ser el plástico de una botella, el metal de un coche, los ladrillos de una casa.

2️⃣ Causa formal → qué forma o estructura tiene

Es la forma o el diseño que organiza la materia y la convierte en “eso” y no en otra cosa. En la estatua, la causa formal es la forma del cuerpo humano o del dios que representa. Para Aristóteles, la forma no es solo una silueta: es lo que da identidad a una cosa. Por ejemplo, el alma sería la “forma” del cuerpo humano, lo que lo hace ser un ser vivo. En la actualidad podría ser el plano de un edificio, el ADN que da forma a un ser vivo, el diseño de un teléfono.

3️⃣ Causa eficiente → quién o qué la produce

Es el agente o fuerza que provoca el cambio, lo que “pone en marcha” el proceso. En la estatua, la causa eficiente es el escultor que talla el mármol. Es la causa más cercana a lo que hoy entendemos por “causa” en sentido científico: lo que produce un efecto. En la actualidad podría ser el fuego que derrite el metal, el carpintero que fabrica una silla, el motor que mueve un coche.

4️⃣ Causa final → para qué sirve o con qué propósito se hace

Es la finalidad, el “por qué último” o el para qué. En la estatua, la causa final puede ser embellecer un templo o rendir homenaje a un dios. Aristóteles creía que todo en la naturaleza tiende hacia un fin (telos). Las plantas crecen “para” florecer, los animales viven “para” reproducirse, y el ser humano “para” alcanzar la felicidad (eudaimonía). Hoy podríamos decir que el fin de un reloj es marcar la hora, el de una vacuna es proteger de una enfermedad.

En la ciencia moderna (desde Galileo y sobre todo desde Newton), la palabra “causa” se ha ido restringiendo casi exclusivamente al sentido de causa eficiente. Hoy, cuando decimos que “A causa B”, pensamos en una relación física y mecánica:

“El calor causa la dilatación”,
“La gravedad causa la caída de los cuerpos”,
“Un virus causa una enfermedad”.

Ya no solemos incluir la materia, la forma o la finalidad dentro de lo que llamamos “causa”. La ciencia moderna busca cómo ocurren las cosas, no necesariamente para qué ocurren.

  • Aristóteles veía el mundo como teleológico (todo tiene un fin o propósito).

  • La ciencia moderna lo ve como mecánico (todo sucede por leyes y fuerzas).

Esto no significa que Aristóteles estuviera “equivocado”, sino que su manera de entender la naturaleza era más amplia y filosófica, mientras que la nuestra es más empírica y experimental.

Imagina que ves un reloj sobre la mesa.

  • Aristóteles te diría que para entenderlo del todo, debes saber:

    1. De qué está hecho (metal y cristal).

    2. Qué forma tiene (una estructura circular con agujas).

    3. Quién lo fabricó (un relojero).

    4. Para qué sirve (marcar la hora).

  • Un científico actual, en cambio, se concentraría en cómo funcionan sus engranajes y mecanismos, sin necesidad de hablar del “propósito” del reloj.