Para entender lo de Palestina e Israel hay que acudir a la historia, el resto es demagogia.

Vivimos uno de tantos conflictos entre el mundo judío y el árabe. Unas guerras y odios que siempre, repito, siempre, van a darse. Hay que ser consciente de que no tiene solución. Veamos porque, para ello hay que recurrir a la historia.

Inicio del Estado de Israel

El 14 de mayo de 1948, en Tel Aviv, David Ben-Gurión proclamó oficialmente la independencia del Estado de Israel tras la retirada británica de Palestina y la expiración del Mandato de la Sociedad de Naciones, gestionado desde 1920 por el Reino Unido. La proclamación se realizó en un clima de enorme tensión política y militar, pues desde la votación en la Asamblea General de las Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947, que aprobó la resolución 181 de partición del territorio en un Estado judío y uno árabe, se había desencadenado una guerra civil entre las comunidades judía y árabe palestina en la que milicias, bandas armadas y fuerzas irregulares combatían por el control de ciudades, carreteras y enclaves estratégicos. Para los dirigentes sionistas, la independencia representaba la culminación de décadas de esfuerzo político y migratorio en busca de un hogar nacional seguro tras la experiencia del antisemitismo europeo y, de manera particular, después del trauma del Holocausto. Sin embargo, para los países árabes y para la población palestina, la proclamación de Israel fue percibida como una agresión y un despojo, al entender que la partición otorgaba una parte desproporcionada del territorio a una población minoritaria (los judíos representaban en ese momento aproximadamente un tercio de los habitantes de Palestina) y significaba la pérdida de tierras ancestrales. Así, apenas horas después del anuncio de independencia, comenzó una nueva fase del conflicto: la invasión por parte de cinco ejércitos regulares árabes (Egipto, Siria, Jordania, Irak y Líbano), a la que se sumaron contingentes palestinos y voluntarios de otros países musulmanes, con la intención explícita de impedir el nacimiento del Estado judío y de apoyar la creación de un Estado árabe en toda Palestina. Lo que siguió fue la primera guerra árabe-israelí, conocida en Israel como la Guerra de la Independencia y en el mundo árabe como la Nakba o "catástrofe", un conflicto que no solo definiría las fronteras iniciales del Estado israelí, sino que sentaría las bases de un antagonismo regional que se prolonga hasta nuestros días.

Desarrollo de la Guerra Árabe-Israelí

La guerra de 1948 se desarrolló en varias fases, cada una marcada por cambios en el equilibrio militar y en la disponibilidad de armamento. En un inicio, los combatientes judíos, organizados principalmente en la Haganá —una milicia de defensa creada durante el Mandato británico—, así como en grupos más radicales como el Irgún y Lehi, enfrentaban una seria desventaja en recursos frente a los ejércitos regulares árabes, que contaban con apoyo logístico de estados soberanos y con oficiales entrenados en academias militares. La Haganá apenas disponía de unas pocas decenas de cañones ligeros, armas automáticas limitadas y fusiles, muchos de ellos adquiridos en el mercado negro o de excedentes de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la creatividad y la determinación compensaron parcialmente esa desventaja. En los primeros meses, el objetivo de la comunidad judía fue asegurar las rutas de suministro entre las principales ciudades (especialmente hacia Jerusalén, sitiada por las fuerzas árabes), lo cual llevó a enfrentamientos en convoyes y a operaciones como la apertura de la llamada “carretera de Birmania”. El armamento fue incrementándose gracias a varias fuentes: por un lado, existía un flujo clandestino de armas provenientes de Checoslovaquia, que, con la anuencia de la Unión Soviética, vendió aviones Messerschmitt Bf 109 (versiones reconstruidas tras la guerra) y fusiles Mauser, junto con ametralladoras y municiones; por otro, se improvisaron talleres para la fabricación local de morteros y blindados ligeros caseros conocidos como “sandwich” por estar construidos con placas de acero y madera. Además, los pilotos judíos, muchos de ellos veteranos de la RAF o de la USAAF, lograron organizar una fuerza aérea embrionaria que entró en combate a mediados de 1948, cuando los árabes ya habían lanzado sus ofensivas. El momento crítico llegó con la primera invasión árabe en mayo: las fuerzas de Egipto avanzaron desde el sur hacia Tel Aviv y la zona del Negev, Siria y Líbano atacaron desde el norte, mientras que Jordania, bajo el mando de la Legión Árabe entrenada por oficiales británicos, se apoderó de Jerusalén oriental y de Cisjordania. Aunque en las primeras semanas los ejércitos árabes obtuvieron avances, el alto el fuego promovido por la ONU en junio permitió a Israel reorganizarse, recibir más armamento y reclutar de manera masiva, incluyendo a inmigrantes recién llegados que fueron incorporados a unidades de combate en cuestión de días. En la reanudación de los combates, entre julio y octubre, la balanza se inclinó a favor de Israel: operaciones como Dani, Dekel y Yoav permitieron capturar Lydda, Ramla, Galilea y el desierto del Negev. La Fuerza Aérea Israelí, con apenas una docena de aviones en funcionamiento, realizó bombardeos y misiones de apoyo que resultaron decisivos en contener las columnas blindadas egipcias. Al final de la guerra, que se prolongó hasta los armisticios de 1949, Israel no solo logró sobrevivir al ataque coordinado de cinco ejércitos, sino que expandió su territorio en un 22% más de lo que le otorgaba el plan de partición de la ONU, consolidando su soberanía en la mayor parte del antiguo Mandato británico.

Consecuencias para Palestina e Israel

Las consecuencias humanas, territoriales y políticas de la guerra de 1948 fueron profundas y marcaron la historia contemporánea de Oriente Próximo. En primer lugar, se produjo el éxodo de entre 700.000 y 750.000 palestinos, quienes abandonaron o fueron expulsados de sus aldeas y ciudades durante las hostilidades. Muchas localidades palestinas fueron despobladas, destruidas o repobladas por inmigrantes judíos, configurando un mapa demográfico completamente distinto al previo a la guerra. Para los palestinos, este desplazamiento forzoso se convirtió en el símbolo central de la Nakba, la catástrofe, y dio origen a una diáspora que hasta hoy mantiene viva la demanda del derecho al retorno. En paralelo, en los años siguientes, cerca de 800.000 judíos de países árabes fueron presionados o directamente expulsados de sus lugares de origen, lo que provocó una migración masiva hacia Israel, donde fueron absorbidos pese a la precariedad económica inicial. En el plano territorial, los armisticios de 1949 dejaron a Israel con el 78% de la Palestina histórica, mientras que Cisjordania y Jerusalén Este quedaron bajo control jordano y la Franja de Gaza bajo administración egipcia. La inexistencia de un Estado árabe palestino, como había propuesto la ONU, se convirtió en una de las raíces del conflicto árabe-israelí. Políticamente, Israel emergió con legitimidad internacional reforzada gracias al reconocimiento de Estados Unidos y la Unión Soviética, pero también con un entorno hostil: los países árabes se negaron a reconocerlo, lo que auguraba nuevas guerras en el futuro. En cuanto al plano militar, la experiencia de 1948 demostró que la supervivencia israelí dependía de la superioridad cualitativa más que cuantitativa, lo que llevó a los dirigentes a convertir la innovación tecnológica, el entrenamiento y la autosuficiencia militar en pilares de su estrategia de defensa. La combinación de armas de contrabando, inventiva local y la experiencia de combatientes formados en la Segunda Guerra Mundial fue clave para superar un desafío existencial en condiciones de inferioridad inicial. A partir de entonces, la historia de Israel y de la región quedó marcada por las secuelas de aquella guerra: la consolidación de un Estado judío en el corazón de Oriente Próximo, el desarraigo palestino, la fractura política regional y la certeza de que el conflicto estaba lejos de resolverse.

En cualquier caso, ¿Qué hubiera pasado si Palestina hubiera declarado su estado al igual que lo hizo Israel? Nunca lo sabremos, es historia ficción.....