En este mismo recorrido, he atravesado pueblos que parecen detenidos en los años setenta, otros que han muerto demográficamente, carreteras cuyo asfalto pide auxilio y polígonos industriales que llevan décadas desmantelados. Un paisaje de “deconstrucciones”, como dirían los posmodernos, que dibuja una Castilla que se deshace en silencio.
Pero no hay que alarmarse: seguramente todas estas carencias se deban a que nunca se ha publicitado la región en tan prestigiosa competición. Ahora, gracias a esta brillante estrategia, todo cambiará. Podemos estar tranquilos: nuestros políticos saben perfectamente lo que hacen.
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