Admiras las cambiantes simetrías de la tropa en movimiento, las armonías de sonido y forma y proporción, las grandes cortinas de fuego metálico que caen desde una nave de guerra, las bengalas de iluminación, el fósforo blanco, el resplandor anaranjado purpúreo del napalm, el intenso brillo de un cohete. No es bonito, exactamente. Es asombroso. Te deja absorto. Se apodera de ti. Lo odias, sí, pero tus ojos no. Como un terrible incendio forestal, como el cáncer bajo el microscopio, cualquier batalla o incursión de bombardeo o descarga de artillería tiene la pureza estética de la indiferencia moral absoluta -una belleza poderosa, implacable-, y una auténtica historia de guerra te contará la verdad sobre esto, aunque la verdad sea horrible.
Este espacio es un jardín digital —lo que en inglés llaman digital garden—, un lugar donde las ideas pueden crecer a su propio ritmo y entremezclarse. Aquí irán brotando pensamientos, curiosidades y, sobre todo, opiniones… muchas opiniones. Algunas quizá resulten útiles; otras, con suerte, inteligentes; y unas cuantas, inevitablemente, serán absurdas.