No recuerdo una presentación más impactante y memorable de un superhéroe en la gran pantalla que la aparición de Batman en The Batman (2022), dirigida por Matt Reeves. Desde el primer momento, la atmósfera se impregna de un tono de terror, donde cada paso que antecede a la entrada del personaje está cargado de tensión y misterio. La pausa con la que irrumpe en escena, emergiendo desde las sombras como una figura mitológica, crea una sensación de amenaza inminente que resulta tan hipnótica como intimidante. Su enfrentamiento con la banda callejera no solo es visualmente poderoso, sino también increíblemente verosímil: no vemos a un superhéroe invulnerable, sino a un ser humano letal, determinado y oscuro.
Lo más notable, sin embargo, es que el miedo que genera no se limita a los delincuentes; también alcanza a los inocentes. Batman no es solo un símbolo de justicia, sino también un espectro inquietante, una figura ambigua que inspira tanto esperanza como temor. Esa dualidad emocional, esa mezcla casi imposible de equilibrar entre el héroe y el monstruo, lo convierte en una presencia única dentro del cine de superhéroes. Pocas películas han logrado capturar con tanta precisión y fuerza esa complejidad.
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