Pier Paolo Pasolini escribió el texto “El fascismo de los antifascistas” (
Il fascismo degli antifascisti) en los años 70, siendo una de sus críticas más incisivas a la sociedad italiana posterior a la Segunda Guerra Mundial. En un momento en que Italia se definía como antifascista y democrática, él veía una transformación cultural profunda que consideraba más peligrosa que el propio fascismo histórico. Pasolini sostiene que el verdadero fascismo no fue el de Mussolini, sino el nuevo conformismo consumista y burgués que estaba imponiendo la cultura capitalista de masas. El fascismo histórico impuso un poder político autoritario, pero no logró cambiar las conciencias profundas del pueblo (según él, la gente siguió siendo campesina, pobre, marginal, con una cultura propia). En cambio, el nuevo poder económico y mediático de los años 60–70 (la televisión, la publicidad, la industria del consumo) sí consiguió homogeneizar las mentes, destruir las culturas populares y reemplazarlas por una ideología del consumo y la obediencia al mercado. Por eso Pasolini dice que los antifascistas de la posguerra, que se creían libres, en realidad reproducen un nuevo tipo de fascismo, más sutil y más eficaz:
“Un fascismo que ha conquistado las conciencias”.
El autor no acusa a los antifascistas de ser literalmente fascistas, sino de encarnar una forma de autoritarismo cultural. Criticaba a la izquierda institucional italiana (especialmente al Partido Comunista) por haberse integrado en la lógica del capitalismo de consumo y haber olvidado la lucha cultural. Para él, el nuevo poder no impone su dominio con violencia física, sino mediante la manipulación del deseo, la televisión y la moda.
Para Pasolini, el “nuevo fascismo” no lleva uniforme ni hace saludos romanos: se disfraza de progreso, bienestar y antifascismo, pero impone un pensamiento único basado en el consumo y la pérdida de diversidad cultural.