El monarca intocable, literalmente

El relato según el cual, en 1874, un monarca camboyano cayó de su carruaje y permaneció tendido en el suelo sin que ninguno de sus cortesanos se atreviera a tocarlo, hasta que un europeo intervino para auxiliarlo, ocupa un lugar singular en la literatura antropológica del siglo XIX. La anécdota fue recogida por James George Frazer en La rama dorada: un estudio sobre magia y religión (The Golden Bough 1922), donde se cita como ejemplo paradigmático de los “tabúes reales” que rodeaban a los soberanos en distintas culturas. Según Frazer: “In July 1874 the king was thrown from his carriage and lay insensible on the ground, but not one of his suite dared to touch him; a European coming to the spot carried the injured monarch to his palace”. Esta escena, reproducida sin referencia documental directa, forma parte de una serie de ejemplos destinados a ilustrar la noción de la realeza sagrada: la idea de que el monarca, considerado portador de poder espiritual y cósmico, se hallaba sujeto a un régimen de prohibiciones y rituales que regulaban su contacto con el mundo profano. Frazer la inserta dentro de un marco comparativo que abarca desde los faraones egipcios hasta los reyes africanos y los jefes polinesios, en un intento de demostrar que las estructuras del tabú y la sacralidad eran universales. En este sentido, la historia del rey camboyano, más que un episodio histórico verificable, se convierte en un símbolo antropológico del aislamiento ritual del poder.

El contexto histórico en que se sitúa el supuesto acontecimiento —el Camboya de 1874— resulta fundamental para entender tanto su plausibilidad como su función simbólica. Desde 1863, Camboya se encontraba bajo el protectorado de Francia, y el rey Norodom (que reinó entre 1860 y 1904) era ya un monarca cuya autoridad efectiva se hallaba limitada por la presencia colonial. Las fuentes diplomáticas francesas de la época, así como las crónicas locales, reflejan una corte en la que coexistían las antiguas tradiciones de sacralidad monárquica con las nuevas realidades políticas del imperialismo europeo. En la cosmología camboyana precolonial, el soberano no solo gobernaba por derecho dinástico, sino también como depositario del mérito budista y del principio del devarāja —el “rey-dios” heredado de la tradición angkoriana—. Estas concepciones conferían al monarca un estatus ontológicamente distinto del resto de los hombres. De acuerdo con la costumbre, tocar al rey sin permiso podía considerarse un sacrilegio, una transgresión de las jerarquías cósmicas que sustentaban el orden del reino. Estudios contemporáneos sobre la monarquía budista camboyana confirman la persistencia de estas normas rituales de pureza y separación, incluso durante la época colonial (Harris, 2005; Chandler, 1992). En consecuencia, aunque la caída del carruaje pueda no estar documentada en los archivos históricos, el principio cultural que subyace al relato —la intangibilidad del cuerpo real— resulta plenamente coherente con las prácticas simbólicas del poder en la región.

No obstante, desde una perspectiva historiográfica, el episodio presenta más características de leyenda antropológica que de acontecimiento histórico. Frazer escribió The Golden Bough en un contexto intelectual en el que el método comparativo predominaba sobre la verificación documental. Su propósito no era tanto reconstruir hechos concretos como identificar patrones universales del pensamiento humano, agrupando bajo un mismo marco prácticas y creencias de lugares y épocas muy dispares. En ese proceso, las anécdotas —a menudo tomadas de viajeros, misioneros o informes coloniales— adquirían un valor emblemático más que empírico. En el caso camboyano, no existen hasta la fecha testimonios directos que confirmen el incidente de 1874; tampoco se ha identificado al supuesto “europeo” que habría auxiliado al rey. Sin embargo, la difusión del relato en la literatura occidental contribuyó a reforzar la imagen del “monarca sagrado” sometido a sus propios tabúes, impotente ante la rigidez de las costumbres, frente a la figura ilustrada del europeo que actúa con racionalidad. Así, el episodio ha funcionado como un mito fundacional dentro del discurso colonial y antropológico: una representación del Oriente como espacio de superstición y pasividad, en contraste con el dinamismo y la secularidad del Occidente moderno. La historia del rey caído no debe entenderse, por tanto, como una crónica, sino como un dispositivo narrativo que condensa tensiones históricas, políticas y simbólicas: el choque entre la sacralidad tradicional y la intervención racionalizadora del mundo europeo. En su trasfondo resuena una verdad más profunda que el hecho mismo: la de un cambio de época en el que el cuerpo del rey, antaño intocable, se convierte en objeto de curiosidad y de rescate, literal y figurado, por parte del poder colonial.

Referencias

Chandler, D. (1992) A History of Cambodia. Boulder, CO: Westview Press.
Frazer, J.G. (1922) The Golden Bough: A Study in Magic and Religion. London: Macmillan.
Harris, I. (2005) Cambodian Buddhism: History and Practice. Honolulu: University of Hawai‘i Press.
Kyoto Review of Southeast Asia (2009) “The Idea of Kingship in Buddhist Cambodia”. [online] Available at: https://kyotoreview.org/issue-11/the-idea-of-kingship-in-buddhist-cambodia/
Sacred-texts.com (n.d.) “The Golden Bough – Tabooed Things”. [online] Available at: https://sacred-texts.com/pag/frazer/gb02102.htm