La última guerra española: la Guerra del Ifni (1957-1958)

Si se le pregunta en España a alguien por la calle sobre cuál fue la última guerra en la que participó España, me atrevería a decir que más del 90% de los encuestados no sabrían la respuesta correcta. Veamos cual fue y lo que supuso para España y para Marruecos.

La Guerra de Ifni (1957-1958) no puede entenderse sin atender al contexto nacional e internacional en el que se inscribió, marcado por el difícil encaje de España en el mundo de la posguerra y por el auge del nacionalismo árabe en el norte de África. Durante la década de 1950, España vivía todavía bajo los efectos de la autarquía y el aislamiento diplomático que había seguido a la victoria de Franco en la Guerra Civil y a la ambigüedad de su régimen durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque a partir de 1953 los acuerdos con Estados Unidos y el Concordato con la Santa Sede habían empezado a romper ese aislamiento, España seguía siendo un país periférico en términos económicos y estratégicos, con unas fuerzas armadas numerosas pero mal equipadas, ancladas en estructuras de preguerra. Paralelamente, el mundo entraba de lleno en el proceso de descolonización: la independencia de la India en 1947 había abierto un ciclo imparable que afectaba ya a Asia y a África, mientras que la independencia de Marruecos en 1956, tras los protectorados francés y español, había insuflado una fuerte energía panarabista y anticolonial en la región. El joven rey Mohamed V, apoyado en parte por líderes nacionalistas y por sectores de inspiración nasserista, veía en los enclaves españoles —Ifni, el Sáhara Occidental, Ceuta y Melilla— restos inaceptables del colonialismo que debían reincorporarse a la nueva nación. España, por su parte, se aferraba a estos territorios como símbolos de continuidad histórica y como baza geoestratégica en un momento en que carecía de prestigio internacional. En ese choque entre un Estado europeo que buscaba afianzar su supervivencia en el sistema internacional y un país recién emancipado que aspiraba a completar su unidad territorial, se gestó el conflicto de Ifni, un episodio breve en el tiempo pero muy revelador de las tensiones del período. Ifni fue un territorio incorporado por la 2ª República a España. Este régimen -modelo idílico de democracia para algunos- realizó un acto puramente colonialista. Cosas de la historia.

El estallido de la guerra se produjo a finales de 1957, cuando grupos armados del Ejército de Liberación de Marruecos, con apoyo directo y logístico del propio Estado marroquí, iniciaron ataques coordinados contra posiciones españolas en Ifni y en el Sáhara. La noche del 23 de noviembre de ese año comenzó la ofensiva: guarniciones españolas situadas en el interior del territorio, dispersas y mal abastecidas, fueron asaltadas por guerrillas locales reforzadas por voluntarios marroquíes. El objetivo era aislar a las fuerzas españolas, hostigar sus líneas de comunicación y obligarlas a replegarse hacia la capital, Sidi Ifni, único núcleo urbano de entidad. La resistencia inicial fue dura, con episodios de gran dramatismo como la defensa de Tiliuin o las operaciones de socorro aéreo realizadas por la aviación española. Sin embargo, el equilibrio de fuerzas jugaba en contra de España: aunque contaba con decenas de miles de soldados, su despliegue carecía de la movilidad y la modernización necesarias para hacer frente a un enemigo irregular, conocedor del terreno y amparado en la retaguardia marroquí. A medida que avanzaban las semanas, el ejército español se vio obligado a concentrarse en Sidi Ifni y a ceder el control del interior del territorio, mientras en el Sáhara la situación se hacía todavía más crítica, con ataques contra destacamentos aislados que pusieron en peligro Villa Bens (actual Tarfaya). Fue en ese punto cuando intervino la diplomacia y la cooperación militar con Francia: preocupada por la inestabilidad de Argelia, donde ya se desarrollaba una guerra de liberación, la República francesa se coordinó con España para lanzar en febrero de 1958 la llamada Operación Écouvillon o Teide, una campaña conjunta que combinó aviación, blindados y fuerzas terrestres para arrasar las bases del Ejército de Liberación en el desierto. La operación fue un éxito rotundo: en pocas semanas, las columnas guerrilleras fueron desarticuladas y Marruecos se vio forzado a aceptar el fin de la ofensiva. Formalmente, el conflicto concluyó en abril de 1958 con los acuerdos de Angra de Cintra, por los que España cedía a Marruecos la franja de Tarfaya (entre el río Draa y el paralelo 27º 40’) a cambio de preservar el control de Sidi Ifni y del Sáhara Occidental, aunque la realidad militar había dejado claro que la posición española era insostenible a medio plazo.

Las consecuencias de la Guerra de Ifni fueron profundas tanto para España como para Marruecos. Para España, supuso un golpe a su orgullo nacional y militar: aunque en términos estrictamente estratégicos consiguió conservar Ifni y el Sáhara durante algunos años más, la percepción internacional fue la de un poder colonial incapaz de sostener sus posiciones frente al empuje del nacionalismo africano. La guerra reveló las carencias materiales y doctrinales de las Fuerzas Armadas españolas, demasiado dependientes de estructuras rígidas y de armamento obsoleto, lo que obligó en la década siguiente a emprender una modernización parcial vinculada a la creciente cooperación con Estados Unidos. Además, el conflicto minó el discurso oficial del régimen sobre la “unidad de destino” y la fortaleza del imperio africano, debilitando la posición de España en la ONU, donde las resoluciones sobre la descolonización se multiplicaban. Para Marruecos, en cambio, el resultado fue ambiguo: por un lado, la recuperación de Tarfaya fue celebrada como un triunfo del joven Estado y reforzó el prestigio del monarca Mohamed V y de su hijo y sucesor, Hassan II; por otro, la derrota militar de las guerrillas puso de manifiesto los límites del nacionalismo marroquí frente a la acción combinada de dos potencias europeas. En todo caso, el conflicto inauguró un ciclo de presión sistemática de Marruecos sobre los enclaves españoles, que acabaría fructificando en 1969 con la entrega definitiva de Ifni y en 1975 con la Marcha Verde sobre el Sáhara Occidental. Desde la perspectiva de la historia militar, la Guerra de Ifni constituye un ejemplo clásico de conflicto poscolonial en el que una potencia debilitada, pero todavía con recursos, se enfrenta a un nacionalismo emergente que combina la guerra irregular con la presión diplomática internacional, y cuyo desenlace no se mide en batallas ganadas o perdidas, sino en la lenta erosión de la legitimidad colonial. Así, lo que para España fue una victoria táctica se convirtió, con el paso del tiempo, en una derrota estratégica, mientras que para Marruecos, pese a los reveses, significó el inicio de un proceso irreversible de recuperación territorial.


Bibliografía principal

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Testimonios y memorias

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Artículos académicos

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- Pérez García, G., ‘La guerra de Ifni y la falsa culpabilización al comunismo internacional en la prensa española (1957-1958)’, _ZER. Revista de Estudios de Comunicación_, vol. 17, nº 33 (2012), pp. 147-165.