Henry David Thoreau (1817-1862) fue un escritor, naturalista y pensador estadounidense, nacido en Concord, Massachusetts, en el seno de una familia modesta que se dedicaba a la manufactura de lápices. Educado en Harvard, se formó en letras clásicas, filosofía y ciencias naturales, pero desde temprano manifestó cierta rebeldía frente a las instituciones académicas y sociales de su tiempo. Más que un erudito encerrado en libros, Thoreau fue un observador minucioso de la vida cotidiana y de la naturaleza que lo rodeaba. Su figura quedó íntimamente vinculada al trascendentalismo, corriente filosófico-espiritual encabezada por Ralph Waldo Emerson, su mentor y amigo. El trascendentalismo proponía que el individuo debía buscar la verdad y la conexión con lo divino a través de la experiencia personal, la contemplación de la naturaleza y la independencia de pensamiento frente a dogmas religiosos o estructuras políticas. Thoreau encarnó esta visión con un radicalismo particular: creía que la verdadera riqueza no residía en la acumulación de bienes materiales ni en la obediencia a las normas sociales, sino en la vida sencilla, en la autoafirmación moral y en la comunión con la tierra. Así, su juventud y madurez temprana estuvieron marcadas por un distanciamiento progresivo de las convenciones, una experimentación constante con el lenguaje y un compromiso firme con la autonomía espiritual e intelectual.

La obra central de Thoreau,
Walden, or Life in the Woods (1854), nació de su experiencia de dos años, dos meses y dos días viviendo en una cabaña que él mismo construyó a orillas del lago Walden, en un terreno propiedad de Emerson. Más que un simple diario rural,
Walden se convirtió en un manifiesto filosófico sobre la simplicidad voluntaria, la autosuficiencia y la necesidad de cuestionar los valores de una sociedad dominada por la industrialización, el consumismo y la prisa. A través de reflexiones, anécdotas y observaciones naturalistas, Thoreau mostró que la vida podía ser más plena al reducir las necesidades materiales y al abrir espacio para el pensamiento, la contemplación estética y la creatividad. Su prosa, rica en imágenes poéticas y en metáforas inspiradas en la naturaleza, trascendió el registro documental para alcanzar un tono universal. Además, Thoreau cultivó una labor constante como naturalista: sus diarios contienen descripciones detalladas de plantas, aves, estaciones y fenómenos climáticos, anticipando la ciencia ecológica moderna y resaltando la interdependencia entre el ser humano y su entorno. Sin embargo, su influencia no se limitó al ámbito literario o naturalista: su ensayo
Civil Disobedience (1849), escrito tras ser encarcelado por negarse a pagar impuestos como protesta contra la esclavitud y la guerra de Estados Unidos contra México, articuló una poderosa teoría ética y política. En él defendía que la conciencia individual debía prevalecer sobre la obediencia ciega a leyes injustas, proponiendo la resistencia pacífica como forma de transformación social. Este texto inspiró posteriormente a líderes como Gandhi, Martin Luther King Jr. y Tolstói, convirtiéndose en un pilar del pensamiento democrático y de los movimientos de resistencia no violenta.
La vida de Thoreau fue breve —murió de tuberculosis a los 44 años—, pero dejó un legado intelectual y espiritual desproporcionado a su tiempo vital. Su existencia, aparentemente retirada y sin grandes reconocimientos en vida, fue en realidad una exploración radical de lo que significa vivir de manera auténtica, consciente y coherente con los propios principios. En su Concord natal, se le veía caminando durante horas por bosques, prados y riberas, recogiendo datos y escribiendo en sus voluminosos cuadernos de campo; sin embargo, lo que parecía una vida excéntrica y marginal se transformó con los años en un modelo de pensamiento crítico y de resistencia creativa frente a la uniformidad social. La posteridad ha reconocido en Thoreau a un precursor de la ecología profunda, del movimiento por la simplicidad voluntaria y de las luchas pacíficas por la justicia social. Sus escritos invitan a reconsiderar el lugar del ser humano en el mundo y a preguntarnos qué significa vivir bien, con plenitud y responsabilidad. Thoreau no ofreció recetas fáciles, pero sí un testimonio vibrante de cómo la fidelidad a la propia conciencia, unida a la observación atenta de la naturaleza y a la valentía de disentir, puede abrir caminos de libertad interior y de transformación colectiva. Así, más de siglo y medio después de su muerte, su voz resuena tanto en debates ambientales como en discusiones sobre ética política, recordándonos que la verdadera desobediencia no es mero capricho, sino un acto de integridad frente a la injusticia.
Rick Bass (1958-) como escrito contemporáneo es un ejemplo de un autor muy influido por este escritor.