Vannucci, A., Flannery, K. M. & Ohannessian, C. M. (2017). Social media use and anxiety in emerging adults. _Journal of Affective Disorders_, 207, 163–166
Este espacio es un jardín digital —lo que en inglés llaman digital garden—, un lugar donde las ideas pueden crecer a su propio ritmo y entremezclarse. Aquí irán brotando pensamientos, curiosidades y, sobre todo, opiniones… muchas opiniones. Algunas quizá resulten útiles; otras, con suerte, inteligentes; y unas cuantas, inevitablemente, serán absurdas.
Uso de las redes sociales y la ansiedad en adultos jóvenes
La ansiedad representa un desafío de salud pública considerable, especialmente en la etapa conocida como adultez emergente (el período que va aproximadamente de los 18 a los 22 años), que se considera de alto riesgo para el desarrollo de trastornos de ansiedad. Estos trastornos imponen una gran carga, siendo una de las principales causas de discapacidad a nivel psiquiátrico, afectando gravemente los roles sociales y ocupacionales de los individuos. En paralelo a este contexto de vulnerabilidad psicológica, se ha consolidado el fenómeno de la ubicuidad digital. Este término describe la presencia total y constante de las tecnologías de internet en la vida cotidiana de las personas. En el ámbito de los adultos emergentes, la ubicuidad digital se materializa en el uso masivo e ineludible de las redes sociales. Aproximadamente el 90% de los adultos jóvenes las utiliza, y la mayoría las visita diariamente, a menudo consultando dos o más plataformas. Si bien estas plataformas ofrecen contextos para el desarrollo positivo, como la formación de la identidad y el mantenimiento del apoyo social, también conllevan riesgos significativos. Las redes sociales pueden convertirse en una fuente de estrés o reforzar la autoevaluación negativa cuando los usuarios experimentan comentarios desfavorables o se involucran en comparaciones sociales. La exposición continua a las vidas aparentemente perfectas de otros puede desencadenar la creencia de que los demás son más felices, lo que a su vez promueve síntomas de ansiedad. Además, las características inmersivas y a menudo distractoras de estas aplicaciones pueden fomentar el desarrollo de estrategias de afrontamiento evitativas, es decir no afrontar los problemas de cara, y el aislamiento social, mecanismos psicológicos que son bien conocidos por contribuir a la psicopatología.Un grupo de científicos ha examinado la conexión entre el tiempo que los adultos jóvenes dedican a usar las redes sociales y la presencia de síntomas de ansiedad. La investigación se realizó mediante encuestas en línea a una amplia muestra representativa a nivel nacional de adultos emergentes en Estados Unidos. Los participantes, cuya edad promedio rondaba los 20 años, informaron de la cantidad de tiempo diario que dedicaban a diversas plataformas digitales (como Facebook, Twitter, Instagram, Snapchat, etc.). La ansiedad se midió utilizando instrumentos validados que evaluaban tanto la tendencia general a la ansiedad como la gravedad reciente de los síntomas y el deterioro funcional asociado. Los descubrimientos del estudio indicaron una asociación clara y positiva: cuanto más tiempo reportaban los adultos jóvenes pasar en las redes sociales diariamente, mayores eran sus síntomas de ansiedad general. Más aún, se observó que un mayor uso de estas plataformas se vinculaba con una mayor probabilidad de que los participantes mostraran puntuaciones que sugerían la presencia de un probable trastorno de ansiedad. Estos resultados respaldan la hipótesis de que las redes sociales pueden actuar como una fuente de estrés directo. Por ejemplo, pueden exponer a los usuarios a ciberacoso, aumentar su conciencia sobre los problemas en la vida de otros, o generar la presión interna de mantener sus perfiles actualizados. Sin embargo, los investigadores también plantearon la posibilidad de una causalidad inversa: los individuos que ya experimentan altos niveles de ansiedad podrían estar recurriendo a las redes sociales con más frecuencia, utilizándolas como una forma de afrontamiento inadaptado, ya sea buscando validación constante (como recibir “me gusta” o comentarios) o evitando los factores estresantes del mundo real a través de la distracción digital.Si bien este estudio aporta evidencia importante sobre la relación entre el uso de redes sociales y la ansiedad en adultos emergentes, es fundamental reconocer sus limitaciones. La principal limitación es que se trata de un diseño transversal, lo que impide establecer si el uso excesivo de las redes sociales es la causa de la ansiedad o si la ansiedad preexistente conduce a un mayor uso. Para determinar la direccionalidad o la causalidad se requerirían estudios prospectivos a largo plazo. Además, la medición del tiempo de uso de las redes sociales y de la ansiedad se basó en el autoinforme de los participantes, una metodología que, aunque necesaria, puede carecer de la precisión que ofrecen las mediciones objetivas por especialistas. En cuanto a las conclusiones clínicas, la asociación positiva observada subraya la necesidad de que los profesionales de la salud mental integren la evaluación del uso de redes sociales en el diagnóstico y tratamiento de la ansiedad en adultos jóvenes. Al comprender la manera en que el paciente utiliza estas plataformas —distinguiendo entre los aspectos positivos (como reforzar el apoyo social) y los negativos (como el afrontamiento evitativo)—, los profesionales pueden desarrollar estrategias de tratamiento innovadoras enfocadas en promover interacciones digitales más saludables y desalentar los comportamientos perjudiciales. Dado el papel central que la ubicuidad digital seguirá teniendo en la vida de esta población, aprovechar el potencial de las redes sociales para un tratamiento efectivo de la ansiedad se convierte en un objetivo esencial.