Los resultados demostraron que restaurar la complejidad estructural de los cauces mediante la incorporación de madera muerta genera mejoras ecológicas rápidas y significativas. En los tramos intervenidos se observó un aumento de la biomasa de peces, especialmente de truchas, lo que se traduce en un mayor potencial para la pesca deportiva y comercial. También se incrementó la retención de materia orgánica gruesa y de sedimentos finos, lo que reduce la carga de sólidos que llega al embalse y mejora la depuración natural del agua. Los autores cuantificaron estos beneficios en términos económicos, calculando el valor de cuatro servicios ecosistémicos principales: provisión de ictiofauna, oportunidades recreativas, purificación del agua y control de la erosión. Los beneficios obtenidos oscilaron entre 1,08 y 1,81 € por metro de cauce restaurado y por año, mientras que el retorno de la inversión se alcanzó en un plazo de 15 a 20 años en los tramos de orden bajo y medio (ríos pequeños y medianos). A escala de cuenca, la restauración activa suponía costes iniciales más altos, pero generaba beneficios netos dentro de horizontes temporales realistas. Por el contrario, la restauración pasiva requería varias décadas antes de alcanzar niveles similares de madera muerta y, por tanto, tardaba más de 50 años en resultar rentable. En términos ecológicos, ambos métodos contribuyen a mejorar la biodiversidad y la resiliencia del ecosistema fluvial, pero el enfoque activo presenta ventajas en contextos donde se buscan resultados tangibles en el corto o medio plazo, especialmente en cabeceras y arroyos con buena estabilidad hidráulica.
El estudio concluye que la restauración fluvial no solo tiene sentido ecológico, sino también económico cuando se valoran adecuadamente los servicios ecosistémicos que proveen los ríos. La inclusión de madera muerta aumenta la capacidad de retención de materia orgánica e inorgánica, mejora la calidad del agua y reduce la sedimentación de los embalses, lo que representa un ahorro futuro para las administraciones encargadas del tratamiento y suministro de agua. Además, al potenciar las poblaciones de peces y el atractivo paisajístico, se estimulan actividades recreativas y turísticas con valor económico añadido. Acuña et al. subrayan que, aunque su análisis considera solo un conjunto parcial de servicios —sin contabilizar explícitamente la conservación de la biodiversidad o los valores culturales—, los beneficios observados ya superan los costes de restauración en un horizonte razonable. También destacan que la toma de decisiones debe adaptarse a la escala espacial (tramo, subcuenca, cuenca) y considerar la distribución de beneficios entre los distintos actores implicados (gestores forestales, usuarios del agua, pescadores, municipios). Su trabajo ofrece, por tanto, un marco de decisión aplicable a la gestión de bosques y ríos en regiones templadas, demostrando que invertir en la recuperación de procesos naturales no es un lujo ambiental, sino una estrategia económicamente sensata para asegurar el bienestar humano y la sostenibilidad a largo plazo.
Acuña, V., Díez, J.R., Flores, L., Meleason, M. & Elosegi, A. (2013) Does it make economic sense to restore rivers for their ecosystem services? Journal of Applied Ecology, 50(5), 988–997. https://doi.org/10.1111/1365-2664.12107